Kassandra Molina, Testimonio Alumni
Ingresé a la carrera de Comunicación Social en el 2011 éramos 32 jóvenes motivados por sueños y la convicción de que cambiaríamos el enfoque del comunicador que resaltaban como presentador de televisión en programas de farándula; a un profesional que se desenvuelve en varios roles de este amplio mundo. Creo que desde ese primer momento empecé el proceso para redescubrir mis habilidades, las cuales he explotado en todos los espacios profesionales.
Podría decir que no esperé a graduarme para tener experiencia laboral. Como estudiante realicé trabajos freelance en la producción de videos publicitarios, y fotografía de eventos sociales. Recuerdo que le ponía el ‘ojo comunicador’ a todo lo que hacía, sin olvidarme de la teoría. Esto se debe a una habilidad que adquirimos y que algunos pueden identificarse “No ves nada igual después del primer semestre; lo analizas todo mejor que antes, incluso las películas”.
Alguien recién graduado no consigue un trabajo estable inmediatamente, hay que ganárselo y esforzarse por resaltar. Así que comencé como todos, desde abajo, para pagar un préstamo estudiantil que había adquirido 4 años antes. Mi primera oportunidad laboral fue como docente de Lengua y Literatura en la Unidad Educativa “Liceo de las Américas” en Santo Domingo.
Durante 3 años como maestra traté de no desvincularme de lo que realmente me apasionaba: la producción audiovisual y la comunicación. Así que conformé un taller de fotografía con alumnos de bachillerato; junto a otras maestras de literatura, creamos un libro de historias redactadas por estudiantes; lideré varias actividades con el objetivo de fomentar pequeños lectores. Al final lo logré.
Muy pronto mi vida daría un giro drástico con la mejor oportunidad laboral que pude recibir. Trabajé como coordinadora del departamento de comunicación social en el Hospital Dr. Gustavo Domínguez. Sin duda alguna puedo asegurar que fue mi segunda escuela; puse a prueba mi resistencia, mis habilidades, mi fuerza de voluntad y por qué no, hasta mi vida.
En uno de los momentos más difíciles de la humanidad, la comunicación llegó a tener la importancia que tantos profesionales soñamos algún día. Yo sentía la responsabilidad de contar, desde la zona COVID, una realidad que pocos podían observar de cerca. Desde el primer día fue necesario ponerme en los zapatos del médico, que con poca energía continuaba una ardua labor y tuve que vestirme con trajes de protección para transmitir lo que se vivía al otro lado de la pantalla.
Desde el lugar donde nadie quería entrar: un hospital, guie a medios de comunicación locales con información detallada del avance de casos COVID en la región; también les proporcionaba testimonios de pacientes contagiados y mantenía al día los datos de la Pandemia.
Con el tiempo mi trabajo como comunicadora me exigió más, en un ambiente deprimido por tantas muertes, ingenié estrategias para levantar el ánimo del personal de salud. En una ocasión, con un parlante en mano recorrí cada una de las áreas con la canción de tendencia en tik tok: Jerusalema, improvisamos la coreografía y con mi cámara nuevamente llevé un mensaje esperanzador a las familias.
Ahora sé cómo manejar una crisis comunicacional, cómo lidiar con los problemas, como trasformar momentos difíciles en oportunidades que contribuyan al cambio. En medio del caos entendí la importancia de generar contenido de valor, de transmitir por medio de una imagen, historias que conecten con las emociones de la gente. Creo que ese es el éxito de la comunicación.
Sin duda, ese también fue el punto de giro dentro de mi vida profesional y personal. La hora del cambio llegó; me sentía preparada para nuevos retos, para travesías propias. A esa etapa de mi vida le llamo AVISPADOS una agencia de comunicación integral y marketing digital que conformamos con mi esposo y que hoy en día es parte de más aprendizajes, y sobre todo de más contactos e historias.
Por: Lcda. Kassandra Molina
Kassandra Molina, Alumni